Parecía improbable, por no decir que imposible, pero Alberto Contador parece empeñado en demostrar a todos que en la Vuelta empezaba su particular escalada hacia la cima de la lista UCI una vez olvidada su sanción.
El escenario era poco propicio para la sorpresa: etapa de transición tras la jornada de descanso, con dificultades montañosas bastante más asequibles que el temido Cuitu Negru. Pero Contador decidió volver a enseñar los dientes una vez más, y en el descenso del Collado de Ozalba el de Pinto empezó a afilar un cuchillo que dejó caer en la ascensión al Collado de la Hoz.
Poco a poco el de Pinto fue abriendo brecha, llegando a los dieciséis segundos poco después de coronar, y aumentando a los veinticinco a apenas treinta kilómetros de meta. Contador acariciaba con la punta de los dedos el jersey rojo, pero lo mejor estaba por llegar. En un auténtica exhibición el madrileño se iba a lo campeón, y con Paolo Tiralongo como escudero daba un vuelco absoluto a la general.
La Vuelta se le escapaba a «Purito», que por detrás era atacado también por un Valverde que presentaba su candidatura a la segunda plaza del podio de Madrid.
La sorpresa se convertía en realidad, y Contador iba camino de culminar una gran jornada de ciclismo como los grandes campeones. Sin embargo, por detrás Valverde se reivindicaba como un superclase e intentaba el más difícil todavía: evitar que su máximo rival dejara absolutamente finiquitada la Vuelta y de paso fulminar cualquier atisbo de recuperación de «Purito».
El murciano, otro castigado por la UCI, ponía encima de la mesa sus credenciales: a falta de dos kilómetros y medio reducía la desventaja a veinticinco segundos y empezaba a atisbar la figura de Contador.
Finalmente el corredor de Saxo Bank se alzaba con una más que merecida victoria y liderato, aunque con su perseguidor pisándole los pies a sólo seis segundos.
Cantabria y más concretamente Liébana se convertían en escenario de una de las mejores etapas en la historia reciente de la Vuelta a España, dejando claro que hasta que no se llegue a Madrid el buen ciclismo y la emoción seguirán siendo la nota dominante de esta edición de la Vuelta.